Recuerdo los días de academia: Las amanecidas, los libros en la sala, el café, a mi mamá ayudándome a memorizar las fórmulas de trigo por las noches, los papelotes en mi cuarto, los dibujos en biología, la impotencia que a veces se convertía en lágrimas al no obtener los resultados esperados. Pero, también recuerdo las historias de vida que conocí en el camino, esas personas que venían de provincia a prepararse, a vivir solos, a saber que tenían que ingresar sí o sí porque sus hermanitos ya terminaban el colegio y también tenían que recibir esa oportunidad de estudiar, pero el dinero no era suficiente. Personas que dejaban la academia por diferentes problemas, sin papá, sin mamá, solo con el deseo de superación. TODO eso, antes de ingresar a San Marcos, ya me había cambiado. Me enseñó a ser fuerte, perseverante, a valorar mucho más a mis padres y a querer ayudar a los demás, a querer que cada uno de nosotros tenga una oportunidad de crecer. San Marcos, me enseñaste todo esto mucho antes de pisar tus aulas.
Al ser universitaria, quise aprovechar todo al máximo, cada actividad, cada oportunidad, cada año. Siempre queriendo aprender muchísimo y orientar todo lo que hacía para, en lo posible, impactar con cambios positivos en la sociedad. En este camino también conocí personas que buscaban lo mismo, cada quién desde su lugar de acción: Desde AIESEC con la misión de trabajar por la paz mundial y el pleno desarrollo del potencial humano (aún recuerdo el speech jaj), así también buscar grupos de relaciones exteriores en la facultad de derecho antes TADI y ahora en el TAUS. También por el increíble grupo humano del Circulo de Debate de San Marcos con la oportunidad de representar a la universidad en un campeonato mundial y ser parte de la construcción del pensamiento crítico en la sociedad. Luego, incursionar por la política nacional en donde ser de San Marcos me abrió muchas puertas. Y hoy con Hablemos de Cambio, una organización interuniversitaria increíble que nos da la oportunidad de involucrarnos más en nuestra realidad nacional y no quedarse sin hacer nada ante ello. Y, así, muchas cosas que viví y sigo viviendo siendo sanmarquina.
Pero, todo esto no hubiera sido posible si en casa no me habrían dado la tranquilidad para poder SER yo, la libertad de tomar mis decisiones, el constante esfuerzo de mis padres por pagar mis cursos de idiomas o mis pastillas diarias. Valoro a cada persona que cruzó y cruza por mi camino porque todo ello me ayudó a ser quien soy hoy, pero fueron mis papás quienes me dieron el espacio ideal para construirme. Por cada reto, por cada regalo, por cada momento, por ser ustedes: Mis logros, son suyos. Los amo.
Esto recién empieza. Vamos a seguir creciendo, tanto intelectualmente como espiritualmente. Es el punto. Encontrar paz en todo lo que hacemos, que nos llene, que nos apasione, que ayude a otros. Voy por aquí, construyendo un camino con la base que me dieron estos 5 años.

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